LOS 58 AÑOS DEL GRAN COMBO DE PUERTO RICO
Biografía
Pocas agrupaciones musicales han perdurado
medio siglo manteniendo inalterable su identidad rítmica, superando los empujes
de la industria discográfica y resistiendo los avatares de la cultura de
consumo como lo ha hecho El Gran Combo de Puerto Rico.
Distinto a otras orquestas salseras, en
particular las surgidas en Nueva York desde finales de la década de 1960,
nuestros denominados “Mulatos del Sabor” siempre han protegido su timbre
musical de innovaciones y experimentos complejos, salvaguardando el sonido
propio, sencillo y cadencioso que le ha caracterizado desde su fundación, el 26
de mayo de 1962.
No quiere decir que a lo largo de 58 años
de historia hayan evadido la significación de las nuevas técnicas y tendencias
armónicas arribadas por nuevos tiempos y nuevas generaciones. Por el contrario,
las estudian y disfrutan, pero por lo general, las mantienen en cautelosa
distancia para evitar contagiar los rasgos identitarios de su sonoridad.
Gracias a esa circunspección creativa, el
grupo, comandado por Rafael Ithier Nadal, ha logrado establecer una rúbrica
como muy pocas otras agrupaciones afroantillanas. La muestra está en su
catálogo musical, por lo que basta escuchar, por ejemplo, la armonización de
“Acángana”, tema producido en su tercer trabajo discográfico, a finales de
1963, y continuar un viaje por su historia a través de melodías como “Ojos
chinos”, “A ti te pasa algo”, “Las hojas blancas” o “Sin salsa no hay paraíso”
para confirmar la tesis.
Su vigencia responde, además, a la
sincronía entre creación artística, que suma música y talento, y fraternidad
colectiva, zurcidas en una ética de trabajo singular que se sostiene en la
filosofía del cooperativismo. Pero más allá del sonido y la rítmica de sus
canciones, si ponderamos otros elementos creativos y sociológicos concluimos
que El Gran Combo de Puerto Rico es el grupo que mejor define lo que
denominamos salsa y, sin temor a equivocarnos, nadie en el entorno
latinoamericano y caribeño, dentro o fuera de Estados Unidos, ha alcanzado
igualar su distinción y su preeminencia histórica.
Parte de la receta del éxito de esta
famosa agrupación está en hacer temas cotidianos con arreglos sencillos,
cadenciosos e inteligibles; una buena sección rítmica y mucha clave, siempre
pensando en el gusto del público sin apartarse –y esto es importante– de las
raíces de la música popular puertorriqueña. El propio Rafael Ithier lo explica
con candidez en una entrevista que forma parte del borrador de sus memorias:
“Al no contar con una educación formal en
música, no puedo pensar en las obras de Beethoven ni Bach, pero sí en Chuíto
(Jesús Sánchez Eraso) y Ramito (Flor Morales Ramos) al momento de componer mis
arreglos”.
Sonido de la modernidad
Desde su fundación, El Gran Combo de
Puerto Rico cultiva un espacio importante en nuestro cancionero puertorriqueño
y antillano, destacándose como una de las pocas instituciones musicales que
asumen la representación social e histórica del desarrollo de nuestra
modernidad melódica, transitando con vigorosidad por la interpretación de
ritmos como bomba, guaracha, merengue, boogaloo, jala-jala, bolero, tango y,
por supuesto, salsa.
Es, sin dudas, seña de la identidad nacional y afrocaribeña que se nutre de la rica tradición cultural que emerge y se consolida en la última mitad del siglo XX y que permanece fortalecida hasta el presente. Su propuesta artística matiza una nueva época. Curtidos a la sombra del veterano percusionista Rafael Cortijo Verdejo, los músicos que originaron El Gran Combo en 1962 lograron imponer un sonido cadencioso que de inmediato cautivó la audiencia nacional y, en poco tiempo, durante su primera década, comenzó a echar fuertes raíces en escenarios alrededor de Estados Unidos, Colombia, Venezuela y Panamá. La amplitud de su repertorio, lo chispeante de sus coreografías, el carisma de sus integrantes y la sapiencia de incorporar en su cancionero melodías jocosas y narraciones cotidianas atizaron la clave del éxito.
De esa manera, el grupo que fundó Rafael
Ithier, Quito Vélez, Martín Quiñones, Miguel Cruz, Héctor Santos y Eddie Pérez
junto a Milton Correa, Daniel “Maninín” Vázquez, Micky Duchesne, Chiqui Rivera y
Pellín Rodríguez despuntó por su capacidad para entretener y provocar el baile
entre los amantes de la buena música. Poco tiempo después de su creación, y
tras la incorporación al colectivo de Roberto Roena y Andrés “Andy” Montañez,
el trabajo de El Gran Combo refulgió en la televisión, constituyéndose en el
primer conjunto musical del País en dominar, cabalmente, ese medio masivo de
comunicación.
Su presencia pública fue imponente: por
siete años consecutivos mantuvieron una participación diaria por las ondas
radiales y doce programas de televisión a la semana, convirtiéndose en la gran
sensación musical del País. Determinaron, además, las pautas del desarrollo de
la música popular nacional justo al momento en que se generaba la gran
transformación socioeconómica de la sociedad puertorriqueña.
Durante sus primeros siete años, el arte
de El Gran Combo de Puerto Rico se consignó en las producciones “Menéame los
mangos” (1962), “El Gran de siempre” (1963), Acangana (1963), “Ojos chinos-Jala
jala” (1964), “El caballo pelotero” (1964), “El swing del Gran Combo” (1965),
“En Navidad”(1966), “Maldito callo” (1967), “Esos ojitos negros” (1967)
“Boleros románticos” (1967), “Fiesta con El Gran Combo” (1967), “Boogaloo con
El Gran Combo” (1967), “Tú querías boogaloo” (1967), “Pata pata, jala jala
Boogaloo” (1967), “Tangos por El Gran Combo” (1968), “Merengues” (1968), “Los
nenes sicodélicos (1968) “Bombas” (1968), “Guarachas” (1968), “Latin power”
(1968), “Smile” (1968) y “Este sí que es” (1969).
Al mismo tiempo, el poderío de la agrupación se hizo sentir en los principales escenarios musicales de la ciudad de Nueva York, donde se asentaba una poderosa colonia de puertorriqueños.
Empero, la gloria alcanzada por El Gran
Combo en sus primeros años comenzó a troncharse en 1969. Ese año se cancelaron
todas sus comparecencias en radio y televisión, su casa productora de discos,
Gemma Records, rescindió su contrato, minaron sus contrataciones públicas y se
produjeron las primeras dimisiones importantes del colectivo con la partida de
Roberto Roena y Elías Lopés, quienes de inmediato armaron la agrupación el
Apollo Sound. Al mismo tiempo, el mercado musical se tornó más competitivo.
Avanzaba, también, la aparición de nuevas orquestas de sonido afroantillano
que, desde Nueva York, determinaron un nuevo curso para la música popular
bailable. El novel movimiento de la salsa, articulado bajo la empresa Fania,
impuso nuevos desafíos para las orquestas que, como El Gran Combo, ya habían
establecido su señorío.
EL empresarismo del Combo
La “Universidad de la Salsa”, comandada
por el ingenio de Rafael Ithier, sobrevivió las inclemencias de esa nueva
época. La vacante de Roberto Roena se llenó con el famoso bailarín Mike Ramos,
quien aportará nuevas coreografías al colectivo. Como paliativo a la crisis,
además, se aventuraron a crear su propio sello discográfico, EGC Records, para
producir sus trabajos musicales y no desaparecer de la escena artística. Bajo
esa estampa apareció el disco “Estamos primero” (1970), seguido por “De punta a
punta” (1971), trabajo en el que se exploró, por primera vez, el sonido del
trombón en la orquesta, y “Boleros románticos” (1972). A pesar de su calidad,
estas producciones no penetraron el mercado con la fuerza que se esperaba,
aunque contribuyeron a la sobrevivencia del grupo. Mas fue el lanzamiento del
álbum “Por el libro” (1972), seguido de “En acción” (1973) y “Número 5” (1973)
los que retornaron a El Gran Combo a su cima, gracias a la popularidad que
lograron los temas “Hojas blancas”, “El barbero loco”, “Guaguancó de El Gran
Combo”, “Julia” y, especialmente, “Los zapatos de Manacho”.
El éxito que comenzó a saborear la
agrupación en ese periodo sufrió un trago amargo al producirse la salida del
cantante Pellín Rodríguez, quien en 1973 optó por impulsar su carrera como
solista. El veterano cantante, artífice del éxito “Amor por ti”, fue
reemplazado inicialmente por Marcos Montañez, hermano menor de Andy, aunque su
sustitución formal se concretó con el reclutamiento del vocalista y sonero
Charlie Aponte, un joven de voz espléndida, entusiasta y disciplinado que
representó un gran acierto para el colectivo.
Con nuevos bríos, El Gran Combo comenzó a
brillar como una de las instituciones salseras más importantes dentro y fuera
de Puerto Rico, consignando su fuerza en los discos “Disfrútelo hasta el cabo”
(1974), “Número 7” (1975), “Los sorullos” (1975) y “Mejor que nunca” (1976).
Fue, entonces, cuando la agrupación, justo cuando recuperó su sitial, sufrió la
salida del cantante Andy Montañez, en 1977. El recordado “Niño de Trastalleres”
aceptó una seductora oferta artística para grabar como solista e integrar, a su
vez, la plantilla de la orquesta venezolana Dimensión Latina.
La decisión de Andy Montañez afectó los
ánimos de la mayoría de los integrantes del grupo pues, por un momento, fue
inconcebible su ausencia, máxime cuando era considerado como el “hijo mayor” de
Rafael Ithier. El malestar que produjo su partida fue transformado en aliento,
perseverancia y voluntad para continuar un proyecto musical que siempre ha
estado por encima de cualquiera de sus integrantes.
El vacío de Andy Montañez fue llenado por
el cantante Jerry Rivas, a quien le correspondió asumir un gran reto. Sin
embargo, la fuerza melódica que caracterizaba a este joven vocalista, que
inició en la orquesta el 19 de abril de 1977, comenzó a seducir a los amantes
del grupo, quienes fueron persuadidos con las interpretaciones “Buscando
ambiente”, aparecido en el álbum “Internacional” (1977), y “La clave y el
bongó”, incluido en la producción “En Las Vegas” (1978), el ultimo disco hecho
para el sello EGC.
La década de 1980 marcó varias rutas
importantes en la historia de El Gran Combo. Este periodo inició con la puesta
en el mercado, en 1979, del álbum “Aquí no se sienta nadie”, la producción más
refulgente en la carrera musical del grupo y la que selló el cierre de
operaciones de la productora EGC, propiedad del colectivo, para comenzar una
nueva relación comercial con la compañía Combo Records.
El valor de “Aquí no se sienta nadie” se
inscribe en la fuerza que esta producción generó en el mercado, al extremo de
abatir la invasión salsera neoyorquina, importada de la familia, que hasta
entonces copaba las ondas radiales y el comercio discográfico del País.
Como dato histórico, este es el primer
trabajo de El Gran Combo en el que todos sus temas fueron éxitos abrumadores:
“Más feo que yo”, “Así son”, “Celos de mi Compay”, “Adela”, “Nido de amor”,
“Brujería”, “Oprobio” y “Mujer boricua”.
Así las cosas, el impacto derivado de esta
producción revirtió en una intensa agenda de presentaciones dentro y fuera de
Puerto Rico que elevaron la insignia de “Los Mulatos del Sabor” a un nuevo
sitial. El tránsito de los años 80 continuó con la salida al mercado de las
producciones “Unity”(1980) y “Happy Days” (1981), marcando el paso con éxitos
como “Compañera mía”, “Te regalo el corazón”, “Pico pico”, “A la reina”, “El
menú” y “Timbalero
Hasta entonces, la historia de gloria
trazada por el grupo aterrizó en la celebración de sus primeros 20 años de
carrera musical, para lo que se produjo el disco “Nuestro
aniversario” (1981), que incluyó los temas más relevantes cultivados por la agrupación
en ese periodo remozados con arreglos frescos y rejuvenecidos en las voces de
Charlie Aponte y Jerry Rivas. La década de 1980 prosiguió con el lanzamiento de
“La universidad de la salsa” (1983), recordado, entre otros, por las melodías
“Mujer celosa”, “Pordiosero”, “Y no hago más na’”, “Las hojas blancas” y “Bomba
de Puerto Rico”. Con la misma fuerza e ímpetu, en 1984 sacaron al mercado la
producción “Breaking the Ice” que es muy recordada por el éxito “Carbonerito”,
interpretado por el corista y bailarín Luis “Papo” Rosario, quien se integra a
la agrupación a principios de la década de 1980 en sustitución del bailarín
Mike Ramos. A mediados de 1980 surgió el álbum “Innovations” (1985), que
produjo, entre otros, los éxitos “Juan Cabeza Dura”, “Camino de amapolas” y “La
loma del tamarindo”.
Antes de terminar ese año, El Gran Combo
sorprendió a sus seguidores con el lanzamiento del disco “Nuestra música”
(1985), un proyecto que rescató el espíritu navideño del colectivo consignando
en una producción melodías con aires festivos que se convirtieron en el
cancionero musical de esa celebración. “La fiesta de Pilito”, “No hay cama pa’
tanta gente”, “El arbolito”, “Desenfunda”, “El jíbaro listo”, “El alma de la
fiesta”, “Asalto navideño” y “Cosas del campo” fueron las melodías de este
espectacular trabajo musical.
En 1986 llegó al mercado la producción “El
Gran Combo y su pueblo” (1986), recordado por los temas “Lírica Borinqueña”,
“Garantía” y “Le dicen papa”. Luego apareció un disco en celebración de los 25
años del grupo, “25th Anniversary” (1987).
En esa época, la industria discográfica
salsera comenzó a sufrir alteraciones. Modificaciones en las escalas de la
producción, nuevos avances tecnológicos y, lo más importante, el dominio del
consumo femenino y las “nuevas” preferencias rítmicas que se impusieron en el
mercado alteraron, inevitablemente, las concepciones armónicas salseras.
Fueron los años del arribo del movimiento
de la salsa romántica y erótica que, por un momento, dominó el género y
desplazó a los “viejos” exponentes salseros. Ante esa nueva escena, El Gran
Combo optó por reinventar y “evolucionar” su sonido, como se aprecia en el
disco “Romántico y sabroso” (1988).
Ese álbum, que incluyó temas como “Quince
años”, “Potro amarra’o” y “Cupido”, se midió frente a fórmulas salseras más
estilizadas colmadas de arreglos más suaves e intérpretes jóvenes que
transportaban al género la imagen de un “baladista rítmico refinado”.
Nuevos retos del mercado
La nueva ruta que marcaba la salsa
despertó cierta preocupación en el líder del colectivo, Rafael Ithier, quien
para enfrentar los nuevos desafíos que se imponían en el mercado optó por
aderezar el sonido de su agrupación con las destrezas técnicas de jóvenes
arreglistas como Ernesto Sánchez, Louis García, y Tommy Villariny.
Entonces, pensó Ithier que la “sangre
joven” que despuntaba con brillo en las lides salseras podía aportar a
redimensionar el sonido de El Gran Combo sin alterar su fórmula original. Un
primer experimento en esta dirección produjo el disco “¡Ámame!” (1989), que caló
en el “nuevo” gusto salsero gracias a los temas “Ámame” y “Aguacero”. No
obstante, el mantenimiento de una nueva línea melódica, menos cadenciosa que la
fórmula original del grupo, colisionó con la producción “Latin-up” (1990),
álbum que pasó a la historia como el mayor desatino del colectivo.
A partir de entonces, el veterano músico decidió nunca más abandonar la dirección de los arreglos musicales de la orquesta. Así las cosas, y sin apartarse de las tendencias del mercado y el gusto del nuevo colectivo de consumidores salseros, produjo “Erupción” (1991), un disco que rescató el poderío y la esencia rítmica de El Gran Combo.
“Agua pasada”, “Gotitas” y “Trinchera”,
este último abordando el tema de los soldados puertorriqueños que fueron
llevados a combatir en la guerra que Estados Unidos emprendió contra Irak,
fueron la apuesta al éxito del grupo entrada la década de 1990.
Poco después apareció el trabajo “First
Class International” (1993), disco que fue antecedido por “Gracias, 30 años de
sabor”, un álbum compilatorio de festejo por las tres décadas del grupo,
proyecto que se complementó con la salida al mercado de tres volúmenes de
viejos éxitos en formato original.
De forma consecutiva, El Gran Combo lanzó
al mercado los álbumes “La ruta del sabor” (1994), “Para todos los gustos”
(1995), “Juntos de nuevo con… Andy Montañez” (1995), “Por todo lo alto” (1996)
y “Pasaporte musical” (1998).
Aunque la fuerza rítmica del grupo se
mantuvo, y la aceptación de los salseros nunca minó, la presencia del grupo en
las ondas radiales y en apariciones público de corte festivo comenzó a
disminuir. La razón se atribuye a las pautas del mercado, más que al estandarte
del grupo.
A manera de ejemplo, en los cuatro años transcurridos, de 1994 a 1998, se produjeron cuatro discos –además de la producción conmemorativa “35th Anniversary: 35 Years Around The World” (1997) – mas el tema más memorable en el cancionero puertorriqueño, durante ese periodo, es “Que me lo den en vida”.
Esos años sirvieron, en tanto, para que el
grupo consolidara otros mercados en Europa, Centro y Sudamérica y Estados
Unidos. De hecho, es el periodo de más despunte internacional aun cuando “La
Universidad de la Salsa” siempre desarrolló una agenda de trabajo intensa fuera
de la Isla.
Los integrantes del colectivo arribaron a
la década de 2000 con el trabajo “Nuevo milenio, mismo sabor” (2001), que
antecedió a la producción especial “40 años en vivo” (2002) en la que se
recogió las incidencias del gran festejo con que se conmemoraron las cuatro
décadas de historia del grupo en un gran concierto celebrado en el coliseo
Rubén Rodríguez de Bayamón.
Luego del acontecimiento de celebración de
sus 40 años, del que se produjo el álbum “Los 40 de El Gran Combo” (2003), la
agrupación da un salto en su historia musical al concluir su maridaje con la
firma Combo Records para unirse a la discográfica Fonovisa, con la que grabaron
en 2003 los álbumes “Para todos los gustos” y “Por todo lo alto”.
Después llegó la firma con Sony Discos, la primera vez que el grupo sellaba un acuerdo comercial con una gran empresa multinacional. En esta nueva etapa, el grupo salsero más importante del mundo produjo el álbum “Aquí estamos y de verdad” (2004), recordado sólo por los éxitos “El matrimonio” y “Mi gorda bonita”.
Es en el año 2006 que el Maestro Rafael
Ithier decide dejar su instrumento, (el piano) que ejecutó desde el comienzo de
la agrupación, para dedicarse a dirigir al grupo desde el frente de la
orquesta. Es aquí cuando reclutan al pianista Willie Sotelo quien fue director
musical y arreglista de varias orquestas como Frankie Ruiz, Luis Enrique,
Roberto Roena y otras más. Sotelo entró a sustituir al Maestro Ithier en un
viaje a Canadá y Nueva York en abril 26 del 2006 al cual Don Rafael Ithier no
pudo ir por motivos de salud. Ithier quedó muy complacido con la ejecución de
Sotelo, tan así que desde esa fecha el Maestro Ithier se dedica a dirigir al
grupo desde el frente de la orquesta, aunque de vez en cuando se sienta y toca
el piano.
No fue hasta el lanzamiento de “Arroz con
habichuelas” (2006) que El Gran Combo, habiendo cumplido 45 años de
trayectoria, marcó un nuevo hito en la historia de la salsa al colocarse como
la agrupación más venerada en el género, por encima de todas las orquestas de
todos los tiempos, logrando la hazaña de convertir todos los temas de esa
producción en grandes éxitos comerciales. “Si la ves por ahí”, “Te veo, nena”,
“No hay manera”, “Arroz con habichuela”, “Esa mujer”, “Como tiembla el alma”,
“Yo no mendigo amor”, “Piénsalo”, “No te detengas a pensar” y “No sé qué”. El
resultado de ese trabajo derivó, entre otras cosas, en varias e importantes
distinciones, incluyendo dos estatuillas de los premios “Grammy” y un galardón
del “Premio Lo Nuestro”.
Con “Arroz con habichuelas”, el maestro
Rafael Ithier refrendó que la salsa marca su éxito en el sabor de la esencia
armónica que se destila en la clave. Ahí está la fórmula ganadora de esta
expresión sonora, el mensaje rítmico que la distingue y, por supuesto, la
personalidad indiscutible de El Gran Combo. Al éxito de “Arroz con habichuelas”
le sucedió la producción “Sin salsa no hay paraíso” (2010), un trabajo
cadencioso, con arreglos sencillos y bailables que reafirma el sonido
tradicional de la agrupación con temas como “Sin salsa no hay paraíso”, “El
problema está en el coco”, “Es la mujer”, “Achilipú”, “Colombia tierra
querida”, “A mí me gusta mi pueblo”, “La espuma y la ola”, “El comején”, “La
receta de amor” y “Alguien que me quite tu amor”.
Todas estas canciones transitan entre
melodías variadas con matices de jocosidad, reflexión social y otras inscritas
en el dulce dilema del amor.
Un merecido homenaje producido por el
Banco Popular de Puerto Rico, el especial “Salsa” lanzado en diciembre de 2010,
cerró con broche de oro la primera década del nuevo milenio. Ese proyecto fue
un rotundo éxito en el mercado y le ganó al grupo varios premios importantes en
la industria musical.
Hoy, con más de medio siglo de historia,
El Gran Combo continua vigente y vigoroso marcando el tempo rítmico de la salsa
con una línea melódica distintiva y un sabor único que resalta lo mejor de
nuestra herencia antillana. Es en el año 2012 que celebraron sus 50 años con
una gira mundial que recorrió 5 continentes. Países tan lejanos como Rusia,
China, Australia, Japón, África, toda América del norte, centro y sur, Europa,
Canadá, celebraron su música y abarrotaron las presentaciones de esta
institución musical.
Un álbum doble versión de coleccionistas titulado “El Gran Combo de Puerto Rico 50 Aniversario Vol I” salió a la venta y rompió records en todos los lugares y tiendas de discos. Este álbum salió en CD y en formato de vinyl con la pasta color dorada y doble portada. Su tirada se agotó en menos de un mes.
El año 2014 marca el fin de la
participación de Charlie Aponte como vocalista del grupo y entra el joven
Anthony García al Gran Combo. Su aceptación fue impresionante y el joven se
adaptó al grupo rápidamente. “Anthony ha traído al grupo una inyección de
energía y juventud que nos hacía falta” dice Jerry Rivas.
En el 2016 lanzan su producción “Alunizando” donde se escucharon insistentemente en la radio “Yo soy tu amigo”, “Tiene que haber de tó”, “Sácame el zapato”, “Mi Isla”, “Arepa con bacalao”, “Seguirá”. Alunizando se ha catalogado como un álbum emblemático para el 2016 y llegó a la lista de Billboard con el tema “Mi Isla” composición de Willie Sotelo, pianista del grupo.
Ya en año 2017, fue el año de la
celebración de sus 55 años de trayectoria con un concierto muy especial, “THIS
IS IT” en el Coliseo José M Agrelót en PR. En ese concierto su fundador celebró
sus 91 años de vida. Le preguntamos cual es el secreto para que una agrupación
dure tantos años y él contestó: “Sobrevivimos porque representamos la música de
una nación que es rica por su herencia cultural. Por eso la salsa es y será
siempre música afroantillana, porque esto es derivado de África, ahí empezó
todo, allí esta nuestra raíz. Esto lo heredamos porque viene de ahí, no podemos
quitarle el mérito que pueda tener una orquesta alemana o suiza pero no pueden
producir más que nosotros porque no tienen nuestra riqueza cultural”. Palabras
con luz de Rafael Ithier.
A fines del año 2017, tras el azote del
huracán María, el Gran Combo siguió su gira de actividades fuera de Puerto
Rico, en el 2018 se presentaron en el prestigioso Radio City Music Hall ante
una casa llena lo cual repitieron en el 2019 y recién en febrero del 2020.
Al momento se encuentran grabando un nuevo
álbum que se espera pueda salir en el verano del 2020, si no se atrasa debido a
la pandemia que está afectando al mundo entero.