El intérprete promueve la salsa romántica A derretir el hielo.
El cantante Gerardo
Rivas está decidido a implantar un cambio en la manera de hacer salsa,
atemperado a la actualidad, en su nueva faceta como solista.
“Quiero lograr varias
cosas y una es ser vocal al dejarle saber al público salsero y el que no lo es,
que llego con una manera de hacer las cosas diferentes en el género. Me refiero
en cómo proyectarme, cómo llegarle al público y el lenguaje a la hora de llevar
nuestra música”, dijo de entrada Rivas, quien cuenta con 25 años de trayectoria
musical.
Su visión se basa en la forma de
mercadear la salsa.
“El género está muy
bien y hay mucha música saliendo, pero se encuentra estancada porque no
queremos entender que todo cambió a la hora de vender el producto”, aseveró.
En esa línea, reconoce
el esfuerzo de los artistas urbanos.
“Hay que aprender del
género urbano, que nos está dando una lección de cómo mercadear un producto. No
tenemos que hacer las cosas como estos artistas, porque es otro público. Pero
ya no estamos en los años 80 y 90 que todo dependía de la radio. Las redes
sociales dictan hoy mucho y el contenido tienes que proyectarlo de entrada en
15 segundos, para impactar y que la gente se interese”, precisó el hijo de
Jerry Rivas, de El Gran Combo.
“Me tiro esta maroma de ser solista y me voy
a arriesgar por completo. Voy a hacer las cosas de manera diferente. Con este
sencillo encontré la fórmula porque no tiene mucha metáfora y va al grano, que
es lo que dicta hoy. Es una melodía bonita y pegajosa, y la canción ni la letra
son largas, son fáciles de aprender. Eso no se ve en el género de la salsa,
nadie ha tenido pantalones en decir: vamos a hacer las cosas cortas”, recalcó.
Luego de 16 años con
NG2, su carta de presentación en solitario es el tema A derretir el hielo, una
salsa romántica que respaldó con un video musical.
Asimismo, se atrevió a
darle toques urbanos a su propuesta, no reguetón.
“Tiene su ‘beat’ urbano, teclado,
guitarra acústica. Me uní al productor Marcos Sánchez (director de Kany
García), y cumplimos el cometido porque mi voz se oye completamente diferente a
NG2, del que siempre voy a ser parte. Pero estoy buscando algo que marque la
diferencia a mi trayectoria con el grupo”, afirmó.
A derretir el hielo
será parte del disco de 11 canciones que lanzará en 2021, titulado Comenzado en
cero.
“Hasta ahora estoy
solo. Estuve 16 años con mi compañero Norberto Vélez, en NG2 y estoy buscando
que la gente identifique mi voz en solitario. Es positivo que ambos estemos
haciendo música individual”, explicó a EL VOCERO.
Cuando decidieron
separarse de NG2, el pasado 24 de mayo, Rivas no pensó en ser solista, sino
contemplaba producir para otros. Sin embargo, músicos, arreglistas y
compositores lo empujaron a tomar el micrófono, incluyendo a su padre.
“Mi papá me llamó con el compositor Rafy
Monclova, que me quería componer una canción. Le dije: no sé, escríbete algo
con comenzando en cero y a los dos días cuando escucho la canción me sentí
identificado. Le debo a Rafy y a mi papá la decisión de meter mano en esto”,
recordó.
martes, 15 de septiembre de 2020
40 AÑOS DE MAESTRA VIDA
"La historia es idéntica a todas las historias de este barrio, quizás sea la misma. Por eso, como siempre, la música no es más que un pretexto"
Demandantes reclamaban más un millón de dólares y recibirán solo $50 mil
Por: Omar Marrero
Publicado: Aug 27, 2020 11:45 AM
Actualizado: Aug 27, 2020 11:45 AM
Los músicos de la Orquesta de Sammy Marrero pagarán $50,000 a la viuda e hijos de Raphy Leavitt.
Foto: Archivo / Nahira Montcourt
La demanda que hace más de cuatro años interpuso la familia del fenecido músico Raphy Leavitt contra el cantante Sammy Marrero fue transigida esta semana, confirmó la representación legal del cantante.
Contra Marrero, sus músicos y sus esposas pesaba una demanda por violación de derechos de autor que presentó hace más de cuatro años la viuda del recordado fundador y director de la orquesta La Selecta por supuestamente interpretar sin permiso canciones de Leavitt que la orquesta (y Marrero como su cantante) hicieron famosas mundialmente.
“Se acordó entre los músicos pagarle a la Sucesión (de Raphy Leavitt) $50,000. Aquí nadie pierde y nadie gana. La abogada de la Sucesión ( del bufete Ferraiuoli LLC)fue a un programa de radio y dijo que había ganado el caso. Eso es falso. Una demanda de más de un millón de dólares incluyendo costas de abogado, transigirse por sólo $50,000... eso no es ganar el caso”, manifestó el licenciado Peter John Porrata, abogado de Marrero.
La culminación del caso tiene como consecuencia directa que Marrero no podrá interpretar, por ahora, las composiciones de Leavitt que se convirtieron en clásicos del género salsero a nivel mundial en su voz.
Canciones como ‘La cuna blanca’, ‘Jíbaro soy’, ‘Amor y paz’, ‘Difícil de olvidar’ y ‘El Buen Pastor’, entre otras, no podrán ser interpretadas por Marrero en Puerto Rico ni Estados Unidos, aunque sí en el resto del mundo.
“En Puerto Rico y Estados Unidos, por ahora, porque si ellos (la Sucesión de Raphy Leavitt) ponen las canciones nuevamente en ASCAP, cualquiera puede pagar la licencia de ejecución y puede cantarlas”, explicó Porrata.
¿Que fué lo que pasó?
Todo comenzó en el año 2015 cuando Leavitt falleció inesperadamente tras una operación de cadera. Varios meses después, la viuda y sus hijos decidieron desintegrar la orquesta La Selecta sin consultar con los músicos, quienes entonces se reagruparon bajo el nombre de Sammy Marrero y su Orquesta y continuaron interpretando los viejos éxitos de La Selecta.
La viuda y sus hijos establecieron una cantidad de dinero como requisito para obtener su permiso, pero Sammy y sus músicos indicaron que ya ellos tenían el permiso de ejecución porque pagaban directamente a la American Society of Composers, Authors and Publishers (ASCAP), empresa licenciadora de derechos de autor que tenía el catálogo de Leavitt.
En diciembre del 2018, la familia Leavitt retiró de ASCAP la música de Leavitt, por lo que desde el 1 de enero de 2019 la orquesta de Marrero -ni ninguna otra orquesta- no ha podido interpretar los éxitos que el público identifica con la voz del veterano cantante.
Lea también: Ralph Cartagena: 'La viuda de Raphy Leavitt no debió parar su música'
Otras determinaciones
De acuerdo con el documento del acuerdo, se establece un interdicto permanente que prohíbe a los músicos tocar o de alguna otra forma manejar las canciones sin autorización escrita previa de los demandantes; no se condenará a ninguna parte a pagar los abogados de la otra; y si los demandantes obtienen una sentencia posterior contra SMYSO, Inc. (el ente corporativo), eso no tendrá el efecto de aumentar la cantidad que los músicos tienen que pagar.
Antes del acuerdo final, el pasado 4 de agosto de 2020 el juez federal Raúl Arias Marxuach había emitido una decisión que declaró: a) inadmisibles unos videos de YouTube que los demandantes querían presentar. b) denegó la solicitud de los demandantes para que a los demandados se les permitiera presentar ciertas defensas en el juicio y c) se le negó a los demandantes su solicitud de evitar el testimonio de Edgar Nevárez (director musical de la orquesta de Sammy Marrero) como perito.
La representación legal de Marrero también incluyó al licenciado Ramón Vela Córdova.
La demanda originalmente no fue exclusiva contra los músicos de la orquesta, sino también contra el municipio de Utuado, el Centro Cultural de Corozal y dos promotores (por contratar a la orquesta), que salieron del pleito en diferentes momentos luego de llegar a diferentes acuerdos.
El proximo 29 de agosto Rafael Ithier Nadal cumple 94
años y que mejor manera de celebrarlo sino es con un cuento inspirado en El.
De la Pluma de Glorivette Negrón y con la colaboración
de Mildred Negron nace este proyecto maravilloso dedicado a Don Rafa director y
fundador del Gran Combo de Puerto Rico, Glorivette Maestra de educación
preescolar y su hermana Mildred Ilustadora combinaron sus talentos parada darle
vida a este maravilloso cuento FELITO EL MULATO DEL SABOR DE PUERTO RICO PARA
EL MUNDO
La historia trata de un sobre un niño de origen
humilde el cual puso todo su empeño en salir adelante hasta que logra su sueño
de dirigir una gran orquesta viviendo un sinfín de aventuras, con cuales nos
enseñara que si es posible lograr nuestros sueños como lo hizo Felito….
En dialogo con Glorivette Negron nos cuenta que esta
es una forma de agradecer de manera perpetua el legado más sonoro que nos ha
dado a todos los puertorriqueños no ha regalado la orquesta más representativa
y emblemática.
Una de las maneras más dignas de representarnos a
todos los puertorriqueños en todos los rincones del planeta.
Quiero destacar el hermoso Prólogo del libro realizado
por el caballero de la salsa Gilbertito Santa Rosa. Quien como sabemos es
admirador de Don Rafa
Desde ya los invito a que lean esta hermosa historia
llena de muchas aventuras y música que muy pronto lo podrán adquirí en su
librería preferida
Pocas agrupaciones musicales han perdurado
medio siglo manteniendo inalterable su identidad rítmica, superando los empujes
de la industria discográfica y resistiendo los avatares de la cultura de
consumo como lo ha hecho El Gran Combo de Puerto Rico.
Distinto a otras orquestas salseras, en
particular las surgidas en Nueva York desde finales de la década de 1960,
nuestros denominados “Mulatos del Sabor” siempre han protegido su timbre
musical de innovaciones y experimentos complejos, salvaguardando el sonido
propio, sencillo y cadencioso que le ha caracterizado desde su fundación, el 26
de mayo de 1962.
No quiere decir que a lo largo de 58 años
de historia hayan evadido la significación de las nuevas técnicas y tendencias
armónicas arribadas por nuevos tiempos y nuevas generaciones. Por el contrario,
las estudian y disfrutan, pero por lo general, las mantienen en cautelosa
distancia para evitar contagiar los rasgos identitarios de su sonoridad.
Gracias a esa circunspección creativa, el
grupo, comandado por Rafael Ithier Nadal, ha logrado establecer una rúbrica
como muy pocas otras agrupaciones afroantillanas. La muestra está en su
catálogo musical, por lo que basta escuchar, por ejemplo, la armonización de
“Acángana”, tema producido en su tercer trabajo discográfico, a finales de
1963, y continuar un viaje por su historia a través de melodías como “Ojos
chinos”, “A ti te pasa algo”, “Las hojas blancas” o “Sin salsa no hay paraíso”
para confirmar la tesis.
Su vigencia responde, además, a la
sincronía entre creación artística, que suma música y talento, y fraternidad
colectiva, zurcidas en una ética de trabajo singular que se sostiene en la
filosofía del cooperativismo. Pero más allá del sonido y la rítmica de sus
canciones, si ponderamos otros elementos creativos y sociológicos concluimos
que El Gran Combo de Puerto Rico es el grupo que mejor define lo que
denominamos salsa y, sin temor a equivocarnos, nadie en el entorno
latinoamericano y caribeño, dentro o fuera de Estados Unidos, ha alcanzado
igualar su distinción y su preeminencia histórica.
Parte de la receta del éxito de esta
famosa agrupación está en hacer temas cotidianos con arreglos sencillos,
cadenciosos e inteligibles; una buena sección rítmica y mucha clave, siempre
pensando en el gusto del público sin apartarse –y esto es importante– de las
raíces de la música popular puertorriqueña. El propio Rafael Ithier lo explica
con candidez en una entrevista que forma parte del borrador de sus memorias:
“Al no contar con una educación formal en
música, no puedo pensar en las obras de Beethoven ni Bach, pero sí en Chuíto
(Jesús Sánchez Eraso) y Ramito (Flor Morales Ramos) al momento de componer mis
arreglos”.
Sonido de la modernidad
Desde su fundación, El Gran Combo de
Puerto Rico cultiva un espacio importante en nuestro cancionero puertorriqueño
y antillano, destacándose como una de las pocas instituciones musicales que
asumen la representación social e histórica del desarrollo de nuestra
modernidad melódica, transitando con vigorosidad por la interpretación de
ritmos como bomba, guaracha, merengue, boogaloo, jala-jala, bolero, tango y,
por supuesto, salsa.
Es, sin dudas, seña de la identidad
nacional y afrocaribeña que se nutre de la rica tradición cultural que emerge y
se consolida en la última mitad del siglo XX y que permanece fortalecida hasta
el presente. Su propuesta artística matiza una nueva época. Curtidos a la
sombra del veterano percusionista Rafael Cortijo Verdejo, los músicos que
originaron El Gran Combo en 1962 lograron imponer un sonido cadencioso que de
inmediato cautivó la audiencia nacional y, en poco tiempo, durante su primera
década, comenzó a echar fuertes raíces en escenarios alrededor de Estados
Unidos, Colombia, Venezuela y Panamá. La amplitud de su repertorio, lo
chispeante de sus coreografías, el carisma de sus integrantes y la sapiencia de
incorporar en su cancionero melodías jocosas y narraciones cotidianas atizaron
la clave del éxito.
De esa manera, el grupo que fundó Rafael
Ithier, Quito Vélez, Martín Quiñones, Miguel Cruz, Héctor Santos y Eddie Pérez
junto a Milton Correa, Daniel “Maninín” Vázquez, Micky Duchesne, Chiqui Rivera y
Pellín Rodríguez despuntó por su capacidad para entretener y provocar el baile
entre los amantes de la buena música. Poco tiempo después de su creación, y
tras la incorporación al colectivo de Roberto Roena y Andrés “Andy” Montañez,
el trabajo de El Gran Combo refulgió en la televisión, constituyéndose en el
primer conjunto musical del País en dominar, cabalmente, ese medio masivo de
comunicación.
Su presencia pública fue imponente: por
siete años consecutivos mantuvieron una participación diaria por las ondas
radiales y doce programas de televisión a la semana, convirtiéndose en la gran
sensación musical del País. Determinaron, además, las pautas del desarrollo de
la música popular nacional justo al momento en que se generaba la gran
transformación socioeconómica de la sociedad puertorriqueña.
Durante sus primeros siete años, el arte
de El Gran Combo de Puerto Rico se consignó en las producciones “Menéame los
mangos” (1962), “El Gran de siempre” (1963), Acangana (1963), “Ojos chinos-Jala
jala” (1964), “El caballo pelotero” (1964), “El swing del Gran Combo” (1965),
“En Navidad”(1966), “Maldito callo” (1967), “Esos ojitos negros” (1967)
“Boleros románticos” (1967), “Fiesta con El Gran Combo” (1967), “Boogaloo con
El Gran Combo” (1967), “Tú querías boogaloo” (1967), “Pata pata, jala jala
Boogaloo” (1967), “Tangos por El Gran Combo” (1968), “Merengues” (1968), “Los
nenes sicodélicos (1968) “Bombas” (1968), “Guarachas” (1968), “Latin power”
(1968), “Smile” (1968) y “Este sí que es” (1969).
Al mismo tiempo, el poderío de la
agrupación se hizo sentir en los principales escenarios musicales de la ciudad
de Nueva York, donde se asentaba una poderosa colonia de puertorriqueños.
Empero, la gloria alcanzada por El Gran
Combo en sus primeros años comenzó a troncharse en 1969. Ese año se cancelaron
todas sus comparecencias en radio y televisión, su casa productora de discos,
Gemma Records, rescindió su contrato, minaron sus contrataciones públicas y se
produjeron las primeras dimisiones importantes del colectivo con la partida de
Roberto Roena y Elías Lopés, quienes de inmediato armaron la agrupación el
Apollo Sound. Al mismo tiempo, el mercado musical se tornó más competitivo.
Avanzaba, también, la aparición de nuevas orquestas de sonido afroantillano
que, desde Nueva York, determinaron un nuevo curso para la música popular
bailable. El novel movimiento de la salsa, articulado bajo la empresa Fania,
impuso nuevos desafíos para las orquestas que, como El Gran Combo, ya habían
establecido su señorío.
EL empresarismo del Combo
La “Universidad de la Salsa”, comandada
por el ingenio de Rafael Ithier, sobrevivió las inclemencias de esa nueva
época. La vacante de Roberto Roena se llenó con el famoso bailarín Mike Ramos,
quien aportará nuevas coreografías al colectivo. Como paliativo a la crisis,
además, se aventuraron a crear su propio sello discográfico, EGC Records, para
producir sus trabajos musicales y no desaparecer de la escena artística. Bajo
esa estampa apareció el disco “Estamos primero” (1970), seguido por “De punta a
punta” (1971), trabajo en el que se exploró, por primera vez, el sonido del
trombón en la orquesta, y “Boleros románticos” (1972). A pesar de su calidad,
estas producciones no penetraron el mercado con la fuerza que se esperaba,
aunque contribuyeron a la sobrevivencia del grupo. Mas fue el lanzamiento del
álbum “Por el libro” (1972), seguido de “En acción” (1973) y “Número 5” (1973)
los que retornaron a El Gran Combo a su cima, gracias a la popularidad que
lograron los temas “Hojas blancas”, “El barbero loco”, “Guaguancó de El Gran
Combo”, “Julia” y, especialmente, “Los zapatos de Manacho”.
El éxito que comenzó a saborear la
agrupación en ese periodo sufrió un trago amargo al producirse la salida del
cantante Pellín Rodríguez, quien en 1973 optó por impulsar su carrera como
solista. El veterano cantante, artífice del éxito “Amor por ti”, fue
reemplazado inicialmente por Marcos Montañez, hermano menor de Andy, aunque su
sustitución formal se concretó con el reclutamiento del vocalista y sonero
Charlie Aponte, un joven de voz espléndida, entusiasta y disciplinado que
representó un gran acierto para el colectivo.
Con nuevos bríos, El Gran Combo comenzó a
brillar como una de las instituciones salseras más importantes dentro y fuera
de Puerto Rico, consignando su fuerza en los discos “Disfrútelo hasta el cabo”
(1974), “Número 7” (1975), “Los sorullos” (1975) y “Mejor que nunca” (1976).
Fue, entonces, cuando la agrupación, justo cuando recuperó su sitial, sufrió la
salida del cantante Andy Montañez, en 1977. El recordado “Niño de Trastalleres”
aceptó una seductora oferta artística para grabar como solista e integrar, a su
vez, la plantilla de la orquesta venezolana Dimensión Latina.
La decisión de Andy Montañez afectó los
ánimos de la mayoría de los integrantes del grupo pues, por un momento, fue
inconcebible su ausencia, máxime cuando era considerado como el “hijo mayor” de
Rafael Ithier. El malestar que produjo su partida fue transformado en aliento,
perseverancia y voluntad para continuar un proyecto musical que siempre ha
estado por encima de cualquiera de sus integrantes.
El vacío de Andy Montañez fue llenado por
el cantante Jerry Rivas, a quien le correspondió asumir un gran reto. Sin
embargo, la fuerza melódica que caracterizaba a este joven vocalista, que
inició en la orquesta el 19 de abril de 1977, comenzó a seducir a los amantes
del grupo, quienes fueron persuadidos con las interpretaciones “Buscando
ambiente”, aparecido en el álbum “Internacional” (1977), y “La clave y el
bongó”, incluido en la producción “En Las Vegas” (1978), el ultimo disco hecho
para el sello EGC.
La década de 1980 marcó varias rutas
importantes en la historia de El Gran Combo. Este periodo inició con la puesta
en el mercado, en 1979, del álbum “Aquí no se sienta nadie”, la producción más
refulgente en la carrera musical del grupo y la que selló el cierre de
operaciones de la productora EGC, propiedad del colectivo, para comenzar una
nueva relación comercial con la compañía Combo Records.
El valor de “Aquí no se sienta nadie” se
inscribe en la fuerza que esta producción generó en el mercado, al extremo de
abatir la invasión salsera neoyorquina, importada de la familia, que hasta
entonces copaba las ondas radiales y el comercio discográfico del País.
Como dato histórico, este es el primer
trabajo de El Gran Combo en el que todos sus temas fueron éxitos abrumadores:
“Más feo que yo”, “Así son”, “Celos de mi Compay”, “Adela”, “Nido de amor”,
“Brujería”, “Oprobio” y “Mujer boricua”.
Así las cosas, el impacto derivado de esta
producción revirtió en una intensa agenda de presentaciones dentro y fuera de
Puerto Rico que elevaron la insignia de “Los Mulatos del Sabor” a un nuevo
sitial. El tránsito de los años 80 continuó con la salida al mercado de las
producciones “Unity”(1980) y “Happy Days” (1981), marcando el paso con éxitos
como “Compañera mía”, “Te regalo el corazón”, “Pico pico”, “A la reina”, “El
menú” y “Timbalero
Hasta entonces, la historia de gloria
trazada por el grupo aterrizó en la celebración de sus primeros 20 años de
carrera musical, para lo que se produjo el disco “Nuestro
aniversario” (1981), que incluyó los temas más relevantes cultivados por la agrupación
en ese periodo remozados con arreglos frescos y rejuvenecidos en las voces de
Charlie Aponte y Jerry Rivas. La década de 1980 prosiguió con el lanzamiento de
“La universidad de la salsa” (1983), recordado, entre otros, por las melodías
“Mujer celosa”, “Pordiosero”, “Y no hago más na’”, “Las hojas blancas” y “Bomba
de Puerto Rico”. Con la misma fuerza e ímpetu, en 1984 sacaron al mercado la
producción “Breaking the Ice” que es muy recordada por el éxito “Carbonerito”,
interpretado por el corista y bailarín Luis “Papo” Rosario, quien se integra a
la agrupación a principios de la década de 1980 en sustitución del bailarín
Mike Ramos. A mediados de 1980 surgió el álbum “Innovations” (1985), que
produjo, entre otros, los éxitos “Juan Cabeza Dura”, “Camino de amapolas” y “La
loma del tamarindo”.
Antes de terminar ese año, El Gran Combo
sorprendió a sus seguidores con el lanzamiento del disco “Nuestra música”
(1985), un proyecto que rescató el espíritu navideño del colectivo consignando
en una producción melodías con aires festivos que se convirtieron en el
cancionero musical de esa celebración. “La fiesta de Pilito”, “No hay cama pa’
tanta gente”, “El arbolito”, “Desenfunda”, “El jíbaro listo”, “El alma de la
fiesta”, “Asalto navideño” y “Cosas del campo” fueron las melodías de este
espectacular trabajo musical.
En 1986 llegó al mercado la producción “El
Gran Combo y su pueblo” (1986), recordado por los temas “Lírica Borinqueña”,
“Garantía” y “Le dicen papa”. Luego apareció un disco en celebración de los 25
años del grupo, “25th Anniversary” (1987).
En esa época, la industria discográfica
salsera comenzó a sufrir alteraciones. Modificaciones en las escalas de la
producción, nuevos avances tecnológicos y, lo más importante, el dominio del
consumo femenino y las “nuevas” preferencias rítmicas que se impusieron en el
mercado alteraron, inevitablemente, las concepciones armónicas salseras.
Fueron los años del arribo del movimiento
de la salsa romántica y erótica que, por un momento, dominó el género y
desplazó a los “viejos” exponentes salseros. Ante esa nueva escena, El Gran
Combo optó por reinventar y “evolucionar” su sonido, como se aprecia en el
disco “Romántico y sabroso” (1988).
Ese álbum, que incluyó temas como “Quince
años”, “Potro amarra’o” y “Cupido”, se midió frente a fórmulas salseras más
estilizadas colmadas de arreglos más suaves e intérpretes jóvenes que
transportaban al género la imagen de un “baladista rítmico refinado”.
Nuevos retos del mercado
La nueva ruta que marcaba la salsa
despertó cierta preocupación en el líder del colectivo, Rafael Ithier, quien
para enfrentar los nuevos desafíos que se imponían en el mercado optó por
aderezar el sonido de su agrupación con las destrezas técnicas de jóvenes
arreglistas como Ernesto Sánchez, Louis García, y Tommy Villariny.
Entonces, pensó Ithier que la “sangre
joven” que despuntaba con brillo en las lides salseras podía aportar a
redimensionar el sonido de El Gran Combo sin alterar su fórmula original. Un
primer experimento en esta dirección produjo el disco “¡Ámame!” (1989), que caló
en el “nuevo” gusto salsero gracias a los temas “Ámame” y “Aguacero”. No
obstante, el mantenimiento de una nueva línea melódica, menos cadenciosa que la
fórmula original del grupo, colisionó con la producción “Latin-up” (1990),
álbum que pasó a la historia como el mayor desatino del colectivo.
A partir de entonces, el veterano músico
decidió nunca más abandonar la dirección de los arreglos musicales de la
orquesta. Así las cosas, y sin apartarse de las tendencias del mercado y el
gusto del nuevo colectivo de consumidores salseros, produjo “Erupción” (1991),
un disco que rescató el poderío y la esencia rítmica de El Gran Combo.
“Agua pasada”, “Gotitas” y “Trinchera”,
este último abordando el tema de los soldados puertorriqueños que fueron
llevados a combatir en la guerra que Estados Unidos emprendió contra Irak,
fueron la apuesta al éxito del grupo entrada la década de 1990.
Poco después apareció el trabajo “First
Class International” (1993), disco que fue antecedido por “Gracias, 30 años de
sabor”, un álbum compilatorio de festejo por las tres décadas del grupo,
proyecto que se complementó con la salida al mercado de tres volúmenes de
viejos éxitos en formato original.
De forma consecutiva, El Gran Combo lanzó
al mercado los álbumes “La ruta del sabor” (1994), “Para todos los gustos”
(1995), “Juntos de nuevo con… Andy Montañez” (1995), “Por todo lo alto” (1996)
y “Pasaporte musical” (1998).
Aunque la fuerza rítmica del grupo se
mantuvo, y la aceptación de los salseros nunca minó, la presencia del grupo en
las ondas radiales y en apariciones público de corte festivo comenzó a
disminuir. La razón se atribuye a las pautas del mercado, más que al estandarte
del grupo.
A manera de ejemplo, en los cuatro años
transcurridos, de 1994 a 1998, se produjeron cuatro discos –además de la
producción conmemorativa “35th Anniversary: 35 Years Around The World” (1997) –
mas el tema más memorable en el cancionero puertorriqueño, durante ese periodo,
es “Que me lo den en vida”.
Esos años sirvieron, en tanto, para que el
grupo consolidara otros mercados en Europa, Centro y Sudamérica y Estados
Unidos. De hecho, es el periodo de más despunte internacional aun cuando “La
Universidad de la Salsa” siempre desarrolló una agenda de trabajo intensa fuera
de la Isla.
Los integrantes del colectivo arribaron a
la década de 2000 con el trabajo “Nuevo milenio, mismo sabor” (2001), que
antecedió a la producción especial “40 años en vivo” (2002) en la que se
recogió las incidencias del gran festejo con que se conmemoraron las cuatro
décadas de historia del grupo en un gran concierto celebrado en el coliseo
Rubén Rodríguez de Bayamón.
Luego del acontecimiento de celebración de
sus 40 años, del que se produjo el álbum “Los 40 de El Gran Combo” (2003), la
agrupación da un salto en su historia musical al concluir su maridaje con la
firma Combo Records para unirse a la discográfica Fonovisa, con la que grabaron
en 2003 los álbumes “Para todos los gustos” y “Por todo lo alto”.
Después llegó la firma con Sony Discos, la
primera vez que el grupo sellaba un acuerdo comercial con una gran empresa
multinacional. En esta nueva etapa, el grupo salsero más importante del mundo
produjo el álbum “Aquí estamos y de verdad” (2004), recordado sólo por los
éxitos “El matrimonio” y “Mi gorda bonita”.
Es en el año 2006 que el Maestro Rafael
Ithier decide dejar su instrumento, (el piano) que ejecutó desde el comienzo de
la agrupación, para dedicarse a dirigir al grupo desde el frente de la
orquesta. Es aquí cuando reclutan al pianista Willie Sotelo quien fue director
musical y arreglista de varias orquestas como Frankie Ruiz, Luis Enrique,
Roberto Roena y otras más. Sotelo entró a sustituir al Maestro Ithier en un
viaje a Canadá y Nueva York en abril 26 del 2006 al cual Don Rafael Ithier no
pudo ir por motivos de salud. Ithier quedó muy complacido con la ejecución de
Sotelo, tan así que desde esa fecha el Maestro Ithier se dedica a dirigir al
grupo desde el frente de la orquesta, aunque de vez en cuando se sienta y toca
el piano.
No fue hasta el lanzamiento de “Arroz con
habichuelas” (2006) que El Gran Combo, habiendo cumplido 45 años de
trayectoria, marcó un nuevo hito en la historia de la salsa al colocarse como
la agrupación más venerada en el género, por encima de todas las orquestas de
todos los tiempos, logrando la hazaña de convertir todos los temas de esa
producción en grandes éxitos comerciales. “Si la ves por ahí”, “Te veo, nena”,
“No hay manera”, “Arroz con habichuela”, “Esa mujer”, “Como tiembla el alma”,
“Yo no mendigo amor”, “Piénsalo”, “No te detengas a pensar” y “No sé qué”. El
resultado de ese trabajo derivó, entre otras cosas, en varias e importantes
distinciones, incluyendo dos estatuillas de los premios “Grammy” y un galardón
del “Premio Lo Nuestro”.
Con “Arroz con habichuelas”, el maestro
Rafael Ithier refrendó que la salsa marca su éxito en el sabor de la esencia
armónica que se destila en la clave. Ahí está la fórmula ganadora de esta
expresión sonora, el mensaje rítmico que la distingue y, por supuesto, la
personalidad indiscutible de El Gran Combo. Al éxito de “Arroz con habichuelas”
le sucedió la producción “Sin salsa no hay paraíso” (2010), un trabajo
cadencioso, con arreglos sencillos y bailables que reafirma el sonido
tradicional de la agrupación con temas como “Sin salsa no hay paraíso”, “El
problema está en el coco”, “Es la mujer”, “Achilipú”, “Colombia tierra
querida”, “A mí me gusta mi pueblo”, “La espuma y la ola”, “El comején”, “La
receta de amor” y “Alguien que me quite tu amor”.
Todas estas canciones transitan entre
melodías variadas con matices de jocosidad, reflexión social y otras inscritas
en el dulce dilema del amor.
Un merecido homenaje producido por el
Banco Popular de Puerto Rico, el especial “Salsa” lanzado en diciembre de 2010,
cerró con broche de oro la primera década del nuevo milenio. Ese proyecto fue
un rotundo éxito en el mercado y le ganó al grupo varios premios importantes en
la industria musical.
Hoy, con más de medio siglo de historia,
El Gran Combo continua vigente y vigoroso marcando el tempo rítmico de la salsa
con una línea melódica distintiva y un sabor único que resalta lo mejor de
nuestra herencia antillana. Es en el año 2012 que celebraron sus 50 años con
una gira mundial que recorrió 5 continentes. Países tan lejanos como Rusia,
China, Australia, Japón, África, toda América del norte, centro y sur, Europa,
Canadá, celebraron su música y abarrotaron las presentaciones de esta
institución musical.
Un álbum doble versión de coleccionistas
titulado “El Gran Combo de Puerto Rico 50 Aniversario Vol I” salió a la venta y
rompió records en todos los lugares y tiendas de discos. Este álbum salió en CD
y en formato de vinyl con la pasta color dorada y doble portada. Su tirada se agotó en menos de un mes.
El año 2014 marca el fin de la
participación de Charlie Aponte como vocalista del grupo y entra el joven
Anthony García al Gran Combo. Su aceptación fue impresionante y el joven se
adaptó al grupo rápidamente. “Anthony ha traído al grupo una inyección de
energía y juventud que nos hacía falta” dice Jerry Rivas.
En el 2016 lanzan su producción
“Alunizando” donde se escucharon insistentemente en la radio “Yo soy tu amigo”,
“Tiene que haber de tó”, “Sácame el zapato”, “Mi Isla”, “Arepa con bacalao”,
“Seguirá”. Alunizando se ha catalogado como un álbum emblemático para el 2016 y
llegó a la lista de Billboard con el tema “Mi Isla” composición de Willie
Sotelo, pianista del grupo.
Ya en año 2017, fue el año de la
celebración de sus 55 años de trayectoria con un concierto muy especial, “THIS
IS IT” en el Coliseo José M Agrelót en PR. En ese concierto su fundador celebró
sus 91 años de vida. Le preguntamos cual es el secreto para que una agrupación
dure tantos años y él contestó: “Sobrevivimos porque representamos la música de
una nación que es rica por su herencia cultural. Por eso la salsa es y será
siempre música afroantillana, porque esto es derivado de África, ahí empezó
todo, allí esta nuestra raíz. Esto lo heredamos porque viene de ahí, no podemos
quitarle el mérito que pueda tener una orquesta alemana o suiza pero no pueden
producir más que nosotros porque no tienen nuestra riqueza cultural”. Palabras
con luz de Rafael Ithier.
A fines del año 2017, tras el azote del
huracán María, el Gran Combo siguió su gira de actividades fuera de Puerto
Rico, en el 2018 se presentaron en el prestigioso Radio City Music Hall ante
una casa llena lo cual repitieron en el 2019 y recién en febrero del 2020.
Al momento se encuentran grabando un nuevo
álbum que se espera pueda salir en el verano del 2020, si no se atrasa debido a
la pandemia que está afectando al mundo entero.